El mundo de la ciencia ficción en general y la cinematografía en particular tienden a mostrar una imagen apocalíptica de la inteligencia artificial que si bien puede ser exagerada no está de más tener en cuenta en algunas situaciones.
En la novela original de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, ya se muestra una situación en la que androides renegados escapan de las condiciones extremas de trabajo que les imponen. De factura casi idéntica a los humanos, estos androides contribuyen a desdibujar los límites entre lo natural y lo artificial.
Ya con Blade Runner, la adaptación cinematográfica dirigida por Ridley Scott, vemos que los modelos Nexus-6 son prácticamente iguales a los seres humanos, salvo por una pequeña particularidad, no son capaces de dar respuesta emocional alguna ni empatía.
Estos límites que diferencian lo natural de lo artificial, aunque hoy estén claros, podrían llegar a difuminarse en algunos contextos, veamos algunos.
Lo más parecido a una prueba que detecte si estamos ante una inteligencia natural o artificial es el Test de Turing. Actualmente se realiza un concurso anual (premios Loebner) que según la definición original de Alan Turing se limita solo al ámbito de una conversación escrita.
Multitud de desarrolladores de chatbots tratan de crear modelos de conversación que simulen un comportamiento humano y que transmitan una personalidad determinada. Mitsuku, el ganador de la edición 2016 de los premios Loebner Prize es un buen ejemplo.
Otro área que es necesario desarrollar para acercarnos a la idea de replicante, es la de la sintetización automática de la voz. Cuando escuchamos una reproducción artificial de un texto, el resultado robotizado y carente de matices, hace que sea muy difícil atribuirle alguna característica natural o humana a dicha alocución. En este sentido la startup canadiense Lyrebird consigue replicar cualquier voz usando como entrenamiento solo 60 segundos de audio. Los resultados que todavía dejan claro que se trata de una reproducción artificial, dejan la puerta abierta a una nueva explosión de fakes usando voces de personalidades conocidas. Puedes escuchar las imitaciones de Donald Trump, Barak Obama y Hillary Clinton en la demo oficial.
Por otro lado tenemos la utilización de parámetros biométricos como la voz para verificar la identidad de las personas y securizar los accesos a recursos o instalaciones. Por ejemplo la empresa Nuance utiliza las características únicas de la voz de cada individuo para eliminar la necesidad de contraseñas, PINs y preguntas de seguridad.
¿Qué ocurrirá cuando se consiga imitar la voz de cualquiera con solo una pequeña muestra de audio? En este caso estaremos de nuevo desdibujando los límites entre lo natural y lo artificial para uno de los parámetros o atributos que hoy distinguen a las personas entre si. Tu propia voz podrá ser replicada!!!
Las imágenes de vídeo también pueden ser replicadas como podemos ver en el proyecto conocido como Face2Face: Real-time Face Capture and Reenactment of RGB Videos. Es una iniciativa compartida entre la universidad de Erlangen en Nuremberg, el Instituto de Informática Max-Planck y la universidad de Stanford en el que se realiza la recombinación en tiempo real de secuencias de vídeo, mezclando las imágenes reales de una persona con con las expresiones de un actor. De esta forma se genera en tiempo real un vídeo de dicha persona manipulado con los gestos y los movimientos de la boca que son interpretados por un actor.